Estabas en una escalera sentada, hasta tenías puesta una túnica.
Se hizo la música, que salía de esas flautas, y eran unas cuantas, tantas como personas había.
Esos, los de turbantes, te acompañaban.
Y como correspondía, llegaron las serpientes,
¿serpientes? babosas gigantes,
qué raro,
y te las colgaste al hombro, y seguiste nomás. Andá a saber a qué lugar te llevaban.
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